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PUIG ANTICH , 30 AÑOS DESPUES

Desperté pronto y agitado aquella mañana. Había dormido mal. En París hacía un frío terrible. Puse la radio y escuché el boletín informativo. Todavía no decían nada.

La noticia me llegó más tarde, metido ya en un atasco del bulevard periférico. Se vieron confirmados mis peores presagios: «El anarquista catalán Salvador Puig Antich -dijo el locutor de France-Inter- ha sido ejecutado hoy, al amanecer, en Barcelona. Franco no ha tenido clemencia. También ha sido ejecutado el súbdito polaco Heinz Chez, condenado por la muerte de un guardia civil. A ambos se les ha aplicado el garrote vil».

Se me saltaron las lágrimas.

-¡Malditos cerdos! -mascullé.

No estaba pensando en los franquistas. O no sólo. Mi pensamiento retrocedía varios meses atrás. Estaba recordando una reunión celebrada allí mismo, en París. Varios militantes de la extrema izquierda habíamos pedido un encuentro al Comité Ejecutivo del Partido Comunista de España. Se llevó a cabo. Vinieron Santiago Álvarez, secretario general del Partido Comunista gallego, y Napoleón Olasolo, viejo conocido del PC de Euskadi. Les propusimos coordinar esfuerzos para hacer una fuerte campaña en contra de la ejecución de Puig Antich. Santiago Álvarez nos colocó un largo exordio que demostraba, según él, que «las condiciones objetivas nacionales e internacionales» impedían a Franco llevar a cabo esa ejecución. En consecuencia, siendo la ejecución «objetivamente» imposible, no valía la pena desplegar mayores esfuerzos en contra.

Y si las condiciones objetivas fallan? -pregunté.

Me miró con una sonrisa paternal en la que quedaba reflejada la inmensa superioridad que le proporcionaba su larga experiencia de viejo luchador sobre la impulsiva bisoñez del jovencito de 25 años que osaba dudar del carácter científico de sus análisis.

Rechazaron nuestra propuesta, en suma.

Nosotros hicimos lo que pudimos, pero no teníamos ninguna capacidad para crear en Europa un estado de indignación que inquietara realmente al régimen franquista. El PCE sí la tenía.

No hubo movilización. Hubo ejecución. El 2 de marzo de 1974.

Una vez más, las condiciones objetivas se portaron mal. Fue su culpa, sin duda.

Javier Ortiz. Puig Antich, 30 años después. Apuntes del natural. 2 de marzo de 2004.